Héctor Hernández
Técnica mixta
215 x 120 cm.
Como espectadores, siempre estamos ante ciertos datos concretos cuando vemos una pieza. En este caso, por ejemplo, podemos saber que es un pintor enriquecido por la escuela oaxaqueña. Entra en una línea expresiva muy clara, al igual que muchos cuadros de esta colección. La profundidad atmosférica del fondo, el manejo de colores y texturas, genera un espacio de recepción visual muy complejo, con influencias innegables de Tamayo. La mezcla de tierras sobre lienzo dota de cierto volumen que juega con los colores planos de la pintura. Nueve calaveras azules llenan el cuadro. Alacranes, escarabajos y mariposas despiertan la ilusión de los alebrijes, recordándonos el imaginario con el que Toledo jugaba. Sin embargo, dentro del trabajo de Héctor Hernández, el eco más notorio del que nos podemos percatar es el diálogo que entretejió con su hermano, Sergio Hernández. Sería difícil no ver su influencia y su parecido. Es un cuadro de gran formato en el que las imágenes atraen rápidamente a la vista. A lo lejos parecería tener marcas de acuarela o gouache aunque sean óleos y arenas. Al acercarnos podemos darnos cuenta del trabajo que tiene esta pieza, de las dimensiones visuales que abre.
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